domingo, 22 de abril de 2018

¡Qué alegría que escribas!

Cuando el mundo se viene abajo
lleno ya de emociones que no se pueden controlar,
un beso desprevenido lo salva todo.
Pero me asusta sentirme ligera.

No sé sino escribir de mis anhelos,
de mis heridas y remiendos.

Me gustaría nombrar de alguna forma la emoción,
el poder de volcanes dormidos en mi interior:
las palabras y el placer como ardiente tierra
a punto de ser expulsada por el cielo
arrasando toda la oscuridad de las siete noches que la preceden.

Me pierdo en mis buenas intenciones
en las infinitas listas de propósitos que escribo
idénticas desde hace años.

Pero es tan bonito tener un lugar que pueda llamar hogar,
un cuerpo que pueda llamar mío,
un perro,
cinco plantas que regar,
un corazón que sanar
y palabras que me ayudan a transitar la angustia de los días.

Es tan bonito tener bajo la almohada las palabras
que describen la vida que ya tengo
que sin embargo, a veces me parece no merecer.

Yo quiero, igual que ella,
que me dobla en años y seguro en penas,
tener las manos delgadas de tanta vida que se ha dejado en el papel,
de tanto amar y secarme las lágrimas
de acariciar cabellos rubios
contar palabras
construir caminos
cavar tumbas
lavar los platos
pelar zanahorias
encontrar la magia de la piel.

En un universo tan vasto,
en una vida tan breve
¡qué alegría escribir!


No hay comentarios:

Publicar un comentario