Conversando sobre la tiranía, la desobediencia y la resistencia, se enciende una llamita en mi pecho.
Yo creo en el afecto como estrategia política. Yo creo firmemente en que son los lazos los que pueden regresarnos a lo que necesitamos.
Me importa ese hilo delgadito que sostiene mi pecho unido al de otro, esa fuerza que nos hace mirarnos, que aparece como una pregunta: ¿cómo estás hoy?, que se conmueve en una respuesta: ya me había desacostumbrado a que alguién me lo pregunte.
Creo en el afecto como amalgama de cualquier conjunto humano, como estrategia de trabajo, como proyecto intelectual.
Cuando considero estos días recientes, de tanto llanto y tanto drama, me gusta pensar que son momentos de regresar a lo importante. Hoy pasé el día entero leyendo, comprendiendo que mi vida está cambiando, que tengo tiempo para ir hacia adentro y cuidar de las semillas que he seleccionado y que decidí plantar.
Quiero pensar que esa es mi resistencia: inventarme un mundo de afectos, sin muchas cosas, mas bien lento, mas bien callado. Una pausa.
Gracias por el afecto de tus palabras. Me reconfortan.
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