lunes, 21 de octubre de 2019

Querida T: eres tú la que apareces cuando la gente habla de amor.

Querida T


Es tan bonito poder llamar y saber que hay alguien que escucha.
Es tan bonito que existas, que sientas tan profundamente como yo, que me mires con tanta compasión y que puedas entender las cosas que ni yo entiendo.

Cuando pienso en nosotras me vienen sabores de pomarosa, de algodón de azúcar, de panela y chocolate.
Siento en mis pies las montañas y la arena de una playa, siento el viento que sopla a la velocidad de nuestras bicicletas, de nuestras risas cómplices, de esas que nos sacan lágrimas y nos hacen doler la barriga.
Y siento también los abismos a los que nos han empujado nuestras tristezas, nuestros corazones rotos, toda la frustración de no entrar en nuestros propios moldes.  Me parece poder escuchar nuestras vidas enteras quebrándose en un lunes por la mañana, sabernos incapaces de ir a trabajar en la angustia de no tener un paso más.
Pero, a pesar de eso, encontramos fuerza para sostenernos una a la otra y llegar hasta aquí, a conversaciones inmensas sobre cosas que a nadie más le importan (nuestros padres, nuestra infancia, nuestras tías...) y a llamadas de dos minutos solo para decirnos: te amo.

Contigo he aprendido a empezar justo donde estoy, empezar con lo que tengo así no sea mucho, empezar con un poquito, con una palabra que cambia, un pequeño gesto, una muestra de amor.  Empezar a cambiar las cosas de lugar: las memorias, los discursos, las costumbres, las emociones.
Cuánto me enseñas! Cuánto me das! Cuánto se me llena la vida cuando tu apareces!.

Me pongo a soñar, a desear millones de tardes contigo... el café, un parque, las librerías, un gato y un perro, tejer, la música, hogar, pasteles horneados, ensaladas y cervezas, películas que no te gustan, series que a mi no me gustan, flores, sangre, dolores y vejez.  La vida.

No se muy bien ni qué día es hoy, pero se que amarte es la única cosa cierta, la que más se parece a lo que yo creo que es bonito, transparente, vital.  La que me ayuda a pronunciar mi nombre, la única cosa que queda cuando ya no me queda nada.

Eres tu la que apareces cuando la gente habla de amor.


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