sábado, 19 de octubre de 2019

Mi pequeña L: seguimos siendo una familia feliz

Mi pequeña L

Hoy amanecí sintiendo una espantosa falta de ti.  Eramos felices juntas, ¿no es verdad?

Nuestros sábados solían ser fantásticos.  Un ratito de ternuras en mi cama después de que esperaste al pie de mi puerta, rasguñando de vez en cuando.  Y nuestras palabras secretas, que te hacian volar sobre mi, para correr directamente hasta tu platito.  Esas palabras que hace tiempo no le digo a nadie ¿vamos a desayunar?

Tu y yo, juntas, conocimos a Rachmaninoff y nos enamoramos de Schubert, mientras en nuestros platos la exuberancia de las papayas y las patillas nos recordaban que eramos una familia feliz.

Hoy me parece sentir el sol entrando por el tejado. Una luz y una claridad que yo no he sentido en otro lugar. Pero no era el lugar, éramos tu y yo y éramos felices.

A veces me pregunto si vale la pena haber dejado todo eso atrás y venir aquí, sin ti, sin todas las simplezas que me hacian sentir la opulencia de una vida a la medida...

Quiero creer que van a venir muchos días como esos, muchos sábados contigo, tumbadas en mi cama, tu recostada en mi pecho y yo leyéndote en voz alta un poema.  Que cosa tan absurda y maravillosa.  Pero es que nadie me ha mirado como tu me miras, nadie ha estado a mi lado con la inmensa comprensión y dulzura con que tu has estado, lamiendo mis lágrimas, besando mi risa, compartiendo entusiasmada mis costumbres; lecturas, mantras, bailes al espejo, música caminando por la ciudad.

¿Quién, aparte de ti ha escuchado las cosas que me digo a mi misma, cuando estoy completamente destruida o gloriosamente plena de mí? Y siempre tienes un gesto, siempre está tu colita moviéndose, atenta a mi amor por ti.  Perdóname si me enojé de más esas veces en que estabas asustada, yo también me asusto... terriblemente y ahí más que nunca me faltas. 

Por favor, vive muchos años y espérame en este amor que nos tenemos.

Seguimos siendo una familia feliz. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario