lunes, 26 de febrero de 2018

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Busco en las alacenas lo que queda después del miedo.

Cuanto desasosiego y vacío cuando la luna se empieza a llenar de silencio,
todo mi cuerpo, parte por parte va temblando al sonido de tu nombre.

Busco y no encuentro.

Las ciruelas maduras no saben a lo que solían,
no me escurre por la garganta la miel de la vida.
Está seca la boca sin poder decir las palabras que corresponden al duelo.

Voy armando los pedacitos de mi corazón roto
con la esperanza de que brillen al sol convertidas en algo bello.
Una de esas cosas bellas que mi amor sabe hacer,
una de esas cosas que está aprendiendo a ser.

Me avergüenzo de crecer tan públicamente, pero crezco y celebro  la belleza de mi herida.

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