martes, 15 de mayo de 2018

El arte de cuidar el jardín

Voy a dedicarme al arte de cuidar un jardín.
Es una cuestión de paciencia,
de maravillarse con la lentitud de la naturaleza.

Cómo me gusta sentir la tierra entre las manos;
ver los bichos,
retirar las piedras,
sentir la vida.

Te levantas y no hay nada,
al otro día tampoco hay nada,
de nuevo te asomas
y
no
hay
nunca
nada.

Pero de repente una mañana hay algo.

Un suspiro verde asomando
resumiendo la vida de todas las galaxias alrededor...

en un diminuto puntito verde.

Así son los jardines.
Arrancar la maleza que aparece con rapidez:
ese verde que no es el tuyo,
no es el que te hace cantar el corazón.

Quitar y quitar y quitar
para que algo pueda aparecer.

Todo lo mágico sucede bajo la oscuridad de la tierra.
Allí es donde tiene origen la vida.

La impaciencia desde la ventana no puede ver más que la maleza
ignorando que
frente a sus ojos, la semilla se ha roto
y hambrienta de luz y aire
la nueva planta está creciendo
para ser una pera dulce
desgarrada entre los dientes;
agua milagrosa que bautiza los labios que sonríen.

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