martes, 27 de marzo de 2018

13

Acabo de ver cosas terribles que pasan en el mundo.
Cosas malas con el agua, el aire, la tierra, los alimentos, los combustibles fósiles, los gobiernos y las personas.
Así que está bien estar triste.
Un pedacito de mí se siente sin esperanza, vacía por dentro, sin ganas de hacer mucho más.

Me sirvo otra copa de vino (esta ya está de más),
brindo por mí, por las ganas que tengo de besarle esta noche y celebrar que aun quedan cosas mágicas en el mundo: el deseo y las ganas de romperlo todo.

Escucho la lluvia afuera y la respiración de mi perra que duerme calientita en su cama.
Escucho la música que me acompaña... tu corazón va a sanar y va a volver a quebrarse...

Hoy dijeron algo lindo en el cine: la felicidad requiere rebeldía.

Y ¿cómo puedo yo rebelarme teniendo tanto miedo?

Cerrando los ojos y dando los pasos. Poniéndome en el lugar que mejor me acomoda.
Diciendo si, diciendo no, diciendo mi nombre con los labios llenos de amor y sangre.

Amor y sangre que rompen todo lo absurdo y lo rutinario.
Amor y sangre que son la vida misma, el movimiento de la existencia, el coincidir con otros seres, el maravillarse con el pulsar del universo.

Amor y sangre que soy.

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