jueves, 22 de marzo de 2018

12

Hay batallas épicas que pasan a la historia, que son contadas en todos los idiomas, que salen en las noticias, que se recrean de generación en generación. Batallas que salvan el mundo.

Las batallas de hoy, las mías, son tan pequeñas y tan irrelevantes para el mundo, que merecen al menos un momento de contemplación en esta noche.

Mis batallas son de dientes y uñas, de manos temblorosas y pies heridos.
Mis batallas de hoy son de adentro. De vestidos bonitos y cabello largo. De correr, de aguantar, de resistir.

Se pelea cuando se cree, cuando la voz que somos nos dice que si o cuando grita desesperada que a lo mejor...

Peleo sin saber, como con los ojos cerrados,
lanzando lo que encuentro sin saber muy bien a donde.
Con mala puntería y sin mucha convicción.
Pero peleo.
Y a veces, algunos días como hoy, me sale bien.

Puedo regresar altiva y dar el último paso, el que conquista, el de sentir la hoguera en el pecho.

Me merezco la gloria esta noche, la gloria eterna por pelear y vencer. Por conquistarme un poco más en este oscuro día, por tener en la lengua la sangre tibia de mis oponentes.

Gloriosas batallas de la que soy contra la que ya no puedo ser más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario