Un incontable número de pasos
separa tu casa de la mía.
Pero tu sabes, amor de mi corazón,
que estoy viviendo contigo
el sueño de esas calles
y esos pasajes
y las escaleras del subterraneo,
para ir por el el pan y la leche
que ya casi ni se pueden pagar.
Lo que has pasado no ha sido poco
y por eso te mereces una fiesta.
Bailemos hoy
al ritmo de nuestra risa
y celebremos la complicidad de este lazo
tan raro,
tan fuerte,
tan incomprendido.
Encendamos las velas
y seamos descaradas con los deseos.
Cantemos a la madrugada,
borrachas ya
de todo el llanto que nos hemos bebido
Atesoremos
la vajilla de plástico,
la licuadora de juguete
repleta de moras robadas del jardín.
Tu y yo
reparando las lamparitas de la casa de muñecas,
escondidas entre un árbol de tomates amarillos,
inventando cuentos
o haciendo bolitas de arena en la playa.
Repasemos nuestros pasos juntas al colegio,
riéndonos en conciertos,
tomando el sol en un parque,
comprando mis vestidos y tus pantalones.
Esta sensación de tenerlo todo y aun así sentirnos tan tristes.
Pero alegrémonos hoy
-inconscientes de nuestra juventud-
por la poderosa fuerza que corre
en los cinco litros de sangre que le dan peso a nuestro cuerpo.
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